jueves, 4 de octubre de 2012

RESTAURACIÓN 3


Un año después de las aberrantes actuaciones realizadas en el interior del templo jesuítico, el patrimonio material e intangible de la ciudad se vio afectado por la escandalosa gestión de sujetos no profesionales e inescrupulosos que sostenidos por el poder público y religioso, continuan en sus funciones, como inocentes víctimas de las circunstancias. 

Por eso es bueno apelar a la memoria y al descabellado proyecto de climatización, alentado por el cura párroco Marcelo Siderides y rubricado por la inmatriculada arquitecta, Melina Malandrino, que vaya a saber por qué méritos llegó a ocupar la dirección del Instituto Marina Waisman de la Universidad Católica de Córdoba.



En la planta arquitectónica, pueden identificarse los trazados de las nefastas trincheras y la ubicación de las unidades de acondicionamiento en el exterior del edificio, en el ángulo generado por el muro cercano a la cocina de Liniers y la ampliación de la sacristía.

Si todo esto hubiera sido concretado, la magnífica perspectiva que el edificio tiene desde calle Nieto, habría quedado ominosamente contaminada con la presencia de los equipos expuestos al aire libre.

Y probablemente, imaginería, tallas, ornamentos, dorados a la hoja y pinturas murales, habrían sufrido serias alteraciones por las modificaciones de humedad y temperatura ambiente.

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