martes, 11 de mayo de 2010

MEMORIAS 9

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"Si esta plaza existe, es porque al último dueño de estos campos, se le ocurrió que el casco de una estancia jesuita, podía ser el corazón de una villa. Hubo una repartija de tierras y la topografía decidió la división de clases en El Alto y El Bajo..."
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Crónicas de un altariano. (La Fragilidad de los Retiros).
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¡Ey! ¡No se asusten! Esta no es una nueva queja vecinal... ni mucho menos un reclamo...
Es un breve texto para recuperar un retazo casi centenario de la historia del ayer de la Plaza Manuel Solares.
Una oportunidad de participar, con una historia curiosa que sume elementos a las representaciones y simbolismos que nos relacionan a diario con este espacio urbano y configuran un patrimonio intangible de gran riqueza.
Comenzaron las obras para concretar el "Proyecto de Unificación Espacial y Puesta en Valor del Conjunto Jesuítico" que abarca la plaza y el entorno de las principales construcciones jesuíticas.
Las mismas requirieron una serie de acciones preparativas que incluyeron, entre otras, el vallado del predio, por razones de seguridad.
Así ante los ojos asombrados de los altagracienses, el amplio y amado espacio público fue cercado con una malla de alambre.
¡Qué rara sensación ver la plaza alambrada!
Sin embargo, buceando en la historia de nuestra ciudad, se pudo confirmar que esta imagen inusual para la mayoría de los vecinos actuales, ya se vivió a comienzos del siglo XX, cuando todavía el transporte para muchos vecinos era la tracción a sangre.
Para rescatar este pasaje de nuestro pasado, tomaremos las palabras que don Oscar Ferreyra Barcia reuniera en su libro inédito "Alta Gracia, cuatroscientos años de historia", un verdadero tesoro de recuerdos, testimonios y una cronología minuciosa, que fue presentado en 1988, al cumplirse 400 años del otorgamiento de la merced a Juan Nieto.
"En 1914... el flamante gobierno municipal, entre otras cosas, inicia la limpieza y arbolado de las calles, como también el embellecimiento de la plaza principal, en la que se construyen nuevos jardines, colocándose gran cantidad de geranios, rosales y otras plantas de adorno, como también la nueva iluminación con lámparas a gas de carburo.
Pero los buenos deseos de las autoridades de embellecer el paseo público, se van malogrando por las continuas invasiones de animales sueltos que destruyen árboles y jardines; por lo que se debe cerrar el perímetro de la plaza con un alambrado de cuatro hilos de acero, colocándose molinetes en las esquinas para el paso de los peatones..."
Muchos años han pasado, casi un siglo, y las remembranzas individuales y sociales relacionadas con la plaza se han ido acumulando, constituyendo el anecdotario y la memoria colectiva de nuestra ciudad. Conformando una red de identidad y de pertenencia que, invisible, nos cohesiona a todos."
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Nilda Moreschi
Docente y Museóloga.
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Fuente: Sumario, viernes 30 de abril de 2010.
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