martes, 23 de noviembre de 2010

RECORRIDOS 2

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BARRERAS URBANAS
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Detrás de un perfil turístico debe existir ante todo un proyecto de ciudad que lo formalice. Pretender que el futuro urbano de Alta Gracia, recaiga solamente en el articulado de un nuevo código de edificación es minimizar el problema a una cuestión cuantitativa de superficies máximas a construir con alturas y retiros acordes a una zonificación.
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El planeamiento urbano es una disciplina mucho más compleja que aborda desde la sociología, la arquitectura e ingeniería, la economía y la geografía los diversos fenómenos (materiales e inmateriales) que conforman una ciudad. Redes viales, de infraestructura y servicios, equipamientos institucionales, espacios verdes, patrimonio, son algunos de los grandes temas que cuidadosamente coordinados en un plan estratégico convergen en proyectos específicos con un mismo objetivo: alcanzar una forma urbana equilibrada, armónica y sustentable.
Nuestra ciudad presenta grandes temas-problema urbanos que nunca han sido oficialmente asumidos como tales, aunque muchas veces fueron los disparadores de interesantes tesis de grado, como algunas de las siguientes barreras urbanas.
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La traza del ferrocarril
Desde la interrupción del servicio, el sistema ferroviario de Alta Gracia se convirtió en una incógnita que divide la ciudad entre el Alto y el Bajo, con cientos de metros cuadrados desaprovechados y abandonados cuyo estado de semi basural no aporta mucho a la imagen turística que se quiere proyectar. Por si fuera poco, el valioso patrimonio ferrocarrilero ha sufrido diferentes impactos, el primero en su traza, al ser practicamente destruida o puesta en peligro (puente negro) con la inadecuada construcción del canal de desagüe. El segundo en su riquísimo patrimonio industrial, al quedar la cantera El Cerro sin la protección necesaria que impidiera la vergonzosa depredación de la que fue víctima.
Apenas si se llegó a recuperar la estación y sus alrededores pero sin un proyecto integral, de este modo el oportunizmo comenzó a cargar los playones de maniobras con actividades nuevas (polideportivo, predio para las colectividades) sin la menor planificación previa.
Las vías continúan siendo una barrera insalvable entre barrio Sur, Don Bosco, Gral Bustos y Cafferata, San Martín, Don Bosco, Villa Oviedo, pero ninguna gestión planteó alguna vez una solución para este problema.
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La traza del canal del ferrocarril
En el podio de las peores obras desarrolladas en la ciudad, sin dudas se encuentra este canal, que los periodistas locales insisten en confundir con el "Falucho" que está bajo la calle de ese nombre y es la continuación del desagüe de calle Alvear (las dos fotos siguientes muestran al verdadero canal Falucho en su cruce con la calle Arzobispo Castellanos otra de las tantas calles sin continuidad que tiene la ciudad).
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El canal del ferrocarril fue la poco inteligente respuesta que la década del noventa dio a los inacabables desbordes rurales del arroyo de Falda del Carmen, con un espantoso embudo captador construido casi al pie del monumento a Yrigoyen y una ancha zanja paralela (y en algunos tramos superpuesta) a las vías del tren que desemboca en uno de los cabezales del Puente Negro, al que está erosionando con su flujo pluvial.
Irregular, incompleto, malconstruido, los medios se cansaron de cronicar las veces que los muros de contención se vinieron abajo por no tener fundación, en la actualidad es una enorme fosa cubierta de basura y agua estancada a la vista de todos, que no parece preocupar a ningún funcionario pero al que una vez intentaron disfrazar de "Cañada" con barandas y jarrones, como si eso fuera a cambiar su status de drenaje de aguas servidas.
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El Arroyo
Hubo una época en que el Chicam Toltina estuvo jalonado por balnearios, el agua era limpia y transparente incluso más allá del Puente Negro.
Las crecientes quebraron los embalses, el progresivo crecimiento de la ciudad fue contaminando su cauce sin que jamás se propusiera un proyecto para su saneamiento y rescate turístico en plan de sistematización paisajística.
El arroyo también divide la ciudad en dos partes y debería ser un pretexto para unirla, todavía faltan más puentes que resuelvan este problema, más tramos de costanera que permitan un tránsito fluido y hasta alguna salida a la ruta 5; equipamiento y servicios que lo acompañen, referencias históricas a su riquísimo patrimonio arqueológico.
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El planeamiento es un proceso continuo y excede el plazo de una gestión política, debe volver permanentemente sobre sus relevamientos físicos para actualizar diagnósticos y prognosis.
La ciudad hace décadas que dejó de ser una villa serrana, debe enfrentarse al futuro con previsión e inteligencia, valores totalmente ausentes en la presente gestión municipal. Para muestra, ahí está esa absurda y desmesurada superficie de piedra patagónica frente al único casco jesuítico que pudo gestar una ciudad.
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