jueves, 21 de febrero de 2013

RESTAURACIÓN 5


Si las intervenciones que desataron el escándalo patrimonial de la década, se desarrollaron en una atmósfera enrarecida por el secreto, la clandestinidad y la ilegalidad, no menos hermético está siendo el proceso emprendido por el Gobierno de la Provincia de Córdoba con el fin de recuperar la iglesia jesuítica mediante un plan de restauración integral. 


La información es escasa, los plazos imprecisos, el proyecto, los procedimientos y criterios a adoptar han quedado vedados a la consideración pública. 

Se asume que la delicada tarea de remediar el desastre perpetrado, requiera de tiempo y especialistas cuyas decisiones dependen de un cuidadoso trabajo de investigación arqueológica y documental, pero nada de esto justifica que se aplique la misma metodología del silencio que llevó a la impune destrucción del bien protegido. 

Los actuales responsables de la obra, deberían comprender lo importante que es incorporar la dimensión social, pues el respaldo comunitario de las actuaciones a realizarse construye y fortalece el imaginario del patrimonio local. 

De lo contrario, asistiremos a la repetición de la sorpresa cuando, una vez habilitado el templo, nos encontremos que la propuesta original de la Arq. Malandrino de materializar el solado con baldosas de granito reconstituido, fue aceptada: 


O que el “NOTABLE” que instaló la absurda idea de construir una plaza de pórfido patagónico en las sierras cordobesas, logró incorporar el mismo material al interior de la iglesia: 


En esta misma línea de pensamiento absurdo podremos hallar la nave entablonada… 


…con cerámica esmaltada… 


…con recortes de granito natural… 


…y en el peor de los escenarios posibles, con una superficie pulida de porcelanato. 


Todas estas alternativas resultan muy delirantes, pero no hay que olvidar que el edificio estuvo en manos de “profesionales” que permitieron que los pisos originales terminaran en esta montaña de escombros:


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