viernes, 15 de julio de 2011

MEMORIAS 17

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Hasta el año pasado, tuvimos la posibilidad de pisar en la plaza, estas baldosas:

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Algunos memoriosos, recuerdan que fueron adquiridas por una colecta pública, como cuando se compró la maquinaria del Reloj Público. Ojalá que esta pequeña anécdota, frágil como todo el patrimonio intangible, encuentre algún día su lugar en el Museo de la Ciudad, un espacio bastante descuidado en la Casa de la Cultura, que requeriría de un guión expositivo que incorpore a todos los actores sociales de Alta Gracia, no solamente a sus intendentes.
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2 comentarios:

Nilda Moreschi dijo...

Atrás de aquella plaza convocante, su importante valoración como espacio existencial, sus añosos árboles, sus sendas incorporadas a la memoria colectiva conectando lugares y recuerdos; de esas baldosas desteñidas por el paso del tiempo, también se escondían historias.
En una bolsa blanca el concejal que entendió los significados populares que latían invisibles en la Plaza Manuel Solares, apenas iniciadas las obras de remodelación, se apresuró a rescatar sendas baldosas rojas y llevarlas a Don Alfredo Moreschi, mi padre.

No estaba equivocado, cuando Alfredo abrió y descubrió el obsequio, con ojos nublados por silenciosas lágrimas, comenzó a contar…
Los recuerdos lo llevaron a la época en que la leche se repartía suelta (a granel) en “tachos”, casa por casa, muchos montados en las tradicionales “jardineras” tiradas a caballo:
- “Habíamos formado el Centro de Repartidores de Leche de Alta Gracia, éramos como veinte nosotros los repartidores: Félix Zagaglia, Pibito Sánchez, Lombardozzo, mi tío Guido Moreschi, Lafont, Valerio, el compadre Nicolás Milquevich, Manuel Peralta, Galfré, Cufré, el Vasco Olacireghi… seguramente me olvidé de alguno.”
Sigue contando: - “No recuerdo bien, pero creo que el Intendente era Don Rojas, era muy honesto e hizo muchas cosas en la ciudad. La Municipalidad había empezado a embellecer la Plaza Manuel Solares. En medio de los trabajos, el gobierno municipal manifestó que no tenía plata para terminar la obra y ahí se nos ocurrió colaborar.
Creo que compramos unos 41 metros cuadrados, era bastante plata, porque eran muy caros...”
“… Nosotros poníamos la plata y ellos los encargaban, nosotros pagábamos. No había otra fábrica de mosaicos, estaban los hermanos Heger en la esquina del pasaje Tucumán Ferreyra sobre la calle Bolivia.
-Cuando lave la baldosa, te digo de cuál fábrica es…
Ah! Te cuento que también donábamos la leche para hacer el chocolate para el 25 de Mayo… nos hacía bien colaborar en esa fecha patria aunque sea un poquito...”
Así, casi sin palabras papá recibió un tesoro que era un recorte de su pasado y el de muchos altagraceños comprometidos con la ciudad…
Walter, Gracias por rescatarlo!!!
Nilda Moreschi

Walter dijo...

Qué buena histora Nilda, gracias por compartirla acá. Algún día me la llevaré a La Fragilidad de los Retiros.