lunes, 29 de junio de 2009

PUBLICACIONES 3

"En toda planificación referida a bienes patrimoniales, como el Proyecto de Unificación Espacial y Puesta en Valor del Conjunto Jesuítico, es necesario ceñirse a la legislación vigente. La misma constituye un instrumento coherente que responde a los requerimientos provinciales, nacionales e internacionales y garantiza la preservación y la resignificación de estos bienes. La normativa municipal no puede ser cambiada o ignorada por quienes asesoran a los ciudadanos y/o sancionan a los infractores. Modificarlas en vistas a una obra, es improcedente y configura un gravísimo error legislativo (ya que se adoptan para la generalidad de los casos, y no para uno en particular) Así, el accionar concreto y la legislación local, llegan a contradecir el marco regulatorio Provincial, Nacional e Internacional. Las NORMAS DE QUITO, 1967 sugieren “Nada puede contribuir mejor a la toma de conciencia que se procura, que la contemplación del ejemplo propio. Una vez que se aprecian los resultados de ciertas obras de restauración y de reanimación de edificios, plazas y lugares, suele operarse una favorable reacción ciudadana que paraliza la acción destructiva y permite la consecución de más ambiciosos objetivos”. La Ordenanza 4518 determina en el ART: 126 que se deben tratar las veredas del Centro Histórico y que debe utilizarse piedra local: “TRÁTENSE especialmente a las veredas del Museo Casa del Virrey Liniers, de la Iglesia, del Obraje, de la Biblioteca Popular, del Tajamar, del Molino y de la Manzana de la Ranchería, diferenciándolas del resto de las veredas del Área de Protección de Primer Orden, con la idea de evocar a la estancia y asentamiento jesuítico. Realícese este revestimiento con materiales naturales de la zona, resistentes, que no ofrezcan una superficie lisa, resbaladiza o de fácil deterioro, de diseño simple y austero, simulando un tratamiento natural...” . El uso de roca local es acertado y aceptado desde lo patrimonial: se relaciona con nuestra región; mantiene el carácter de unidad logrado por la gestión de Audino Vagni, con un tratamiento unívoco de los espacios y el uso de piedra regional. El rojo siena del pórfido patagónico no integra la paleta de colores de nuestra geografía paisajística ni urbana. Emplearlo modificaría potencialmente la valoración cromática y formal de las visuales y alteraría las texturas que nos identifican. Respecto al corte, los muros jesuíticos poseen entre otros elementos, piedras al natural. Esta presentación está relacionada con esta etapa y las posteriores (las primeras veredas fueron de piedra, hasta que llegaron los mosaicos) En cambio, los adoquines simbolizan el proceso de urbanización de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Por ello es imperioso analizar detenidamente la conveniencia o no de la inclusión de este formato. Por otro lado, la piedra local es más económica, abarataría los costos del proyecto y aportaría fondos revitalizantes a la industria local. Convirtiéndose en una gran oportunidad laboral para nuestra gente en tiempos de crisis. "
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Nilda Moreschi
Museóloga
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Fuente: Sumario, viernes 26 de junio de 2009.
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